2010. Bidán y Atlas I
Nada más terminar de trabajar a medio día volvía a casa a cambiar de coche y sin ni siquiera comer algo cogí la autopista hasta el puerto de Algeciras para embarcar en el primer barco que saliese. Tenía prisa por perderme del mundanal ruido. Me dirigí directamente al sur y en un par de días estaba en Sidi Ifni visitando a un amigo.
Amote |
Al día siguiente estaba cruzando el Djebel Uarkziz, la frontera natural del Sáhara Occidental. En Assa había hecho acopio de agua, fruta para unos días y algo de gasoil para la primera etapa que serían algo más de seiscientos kilómetros. Antes de dejar el asfalto ya había perdido la noción del día en que vivía, tampoco me importaba. Aún más, es muy agradable pasar unos días sin saber en que día de la semana te encuentras. Sólo por la noche al revisar la información del GPS tomaba conciencia del día del mes aunque su trascendencia era mínima. Terminé la jornada en Foum (desfiladero, desembocadura, paso..) Amote. Amote es un antiguo poblado militar español que posteriormente sería utilizado por el ejercito marroquí, hoy abandonado y con un atrayente y fantasmal aspecto. Esta primera jornada fuera de la civilización me supo a gloria, seguramente cuando me bajé del coche en Amote tenía una sonrisa de oreja a oreja. Disfrutar de estos paisajes en soledad o adecuada compañía es un auténtico privilegio.
En los aproximadamente cien primeros kilómetros hasta Amote, a pesar de ir en paralelo al Djebel Uarkziz, la pista fue buena incluso divertida en algunos tramos más revirados, hasta Amote. Desde aquí hasta El Aiún me esperaban más de quinientos kilómetros de piedra. La suponía ahí, pero no tanta. Aún así la espectacularidad y la grandeza de del Uarkziz, del Djebel Zini, del plateau de Abdouluz con las agradables sorpresas que esconde merece el maltrato a la mecánica. La travesía del Uarkziz y después de Zini están llenas de recuerdos de la agitada historia reciente de la zona y de las g
entes que lo habitaron hace miles de años. El Plateau de Abdouluz monótono y cansino nos regala de sopetón y sin aviso ríos con agua y cascadas de decenas de metros o impresionantes e inmensas sebjas. Muy cerca del puerto de El Aiún y recien cruzada la Saquia el Hamra en su desembocadura prácticamente, me vuelvo a encontrar con el asfalto. Sin apenas pensarlo voy directo al restaurante Josefina donde me regalo un lavado de manos y cara en un grifo con agua corriente y meto enter pecho y espalda una buena ración de pescaito.
Han sido más o menos seiscientos cincuenta kilómetros desde Assa. Qué tres días más buenos!
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